Page 634 - Limbo - Bernard Wolfe
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interpretación de la realidad. La suya era una
memoria perversamente selectiva. A juzgar por
su triste recital de ofensas, sabía asumir que sus
primeros años no habían sido más que una
secuencia continua de negativas, riñas,
prohibiciones... que su madre jamás le había
consentido nada, que nunca le había curado una
rodilla despellejada, que jamás lo había acunado,
arropado, abrazado... que, profundamente
indiferente a sus necesidades de comida y de ropa
y de cobijo, lo había depositado perversamente en
la cumbre de una montaña nevada para que se las
arreglara por sí mismo o fuera devorado por los
lobos. Pero su total ausencia de visión hacia el
otro aspecto de su madre, el lado del dar, había
terminado cediendo. Lo que realmente tenía
contra su madre no era aquel tipo de ofensa
continuada que pretendía, sino... la propia
existencia de la mujer. Su existencia como otra
persona distinta, su «negativa» a ser cooptada y
absorbida por él. La brecha que se abría entre su
piel y la de ella. Su vivir más allá del alcance de
su lengua y de sus labios y de sus ojos y de sus
manos. El mantener un pie en el mundo del
«Ello», en vez de dejarse arrastrar totalmente por
su «Yo», por el «Yo» del hijo... Desde los primeros
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