Page 95 - Limbo - Bernard Wolfe
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tradicional  del  poblado.  Eran  ellos  quienes  se



            sentían  los  impulsores  de  aquel  salto  comunal,


            aquella consciencia de estar haciendo Historia, de


            no  ser  movidos  por  la  vida;  tenían  motivos


            abundantes                   para           la        excitación.                Estaban


            desarrollando el sentido y el gusto del poder, en


            una dirección —tenían que reconocerlo— que era


            considerada tabú por las costumbres de la tribu.



                  —Siempre en el pasado —dijo Martine—, los


            mandunji estaban tan asombrados por la energía


            que no podían tolerar ninguna muestra de ella.


            Donde  fuera  que  vieran  a  un  hombre  activo,


            presumían que la energía que lo activaba era la


            energía  de  la  beligerancia,  y  por  lo  tanto  una



            amenaza.                 Si       un         hombre               la       emprendía


            enérgicamente contra los árboles y las serpientes


            y las plantas y las rocas y los ríos, se preguntaban


            si  podían  estar  seguros  de  que  algún  día  ese


            hombre no cambiara de objetivo y la emprendiera


            con la misma energía contra sus compañeros. Por


            eso,          durante               seiscientos                años,            vuestros



            antepasados  no  inventaron  nuevos  sistemas  de


            talar  y  desramar  árboles  ni  de  ahuecar  sus


            troncos,  ni  de  pescar  ni  de  moler  maíz;


            establecieron una serie de perezosas rutinas para


            enfrentarse  a  la  Naturaleza,  y  las  siguieron



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