Page 190 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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en dos en medio de una carcajada. Que le mirara
con ojos anegados en lágrimas de hilaridad.
—Por eso te llevé a ver el Pozo, Joe —continuó
diciendo Herron—. No estaba seguro de si sabías
algo. Quería ver tu reacción, que tuvieras toda la
información. Quería que, si tenías el corazón,
supieras qué hacer con él.
—Pete… por favor… —sollozó Joe—. No tengo ni
idea de qué hablas.
Pete volvió a reír, pero la risa se percibía como
artificial, sobreactuada, digna de un actor de
opereta que ha estudiado demasiado cine clásico.
—Eres un patán, Joe —sentenció—. Pero incluso los
patanes tienen su pequeño papel en la Gran
Representación, y tú no ibas a ser menos. Tú… Tú
nos has devuelto el corazón.
Joe miró el órgano inmundo. Con aquella arteria
desproporcionada que asomaba por entre la tela
como el muñón amputado de un animal sí que
parecía una especie de corazón.
—Apuesto a que no sabes lo que es, Joe.
Joe negó con la cabeza, sin poder apartar la mirada
de aquella aberración. Su color pasaba del púrpura
encendido a un negro necrosado.
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