Page 185 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—¡Pete! —exclamó.
¿Y si se había desmayado?
—¡PETE!
Inquieto, Joe se asomó por el agujero. Ahí abajo
reinaba la oscuridad, así que tuvo que pestañear un
par de veces hasta que sus ojos se acostumbraron.
Y allí estaba Pete, de pie en mitad del sótano. Con
el órgano horrible entre los brazos, parcialmente
cubierto por el mismo trapo con el que él lo cubrió
hacía ya una eternidad.
Un espasmo incontenible, como una arcada, lo
sacudió de pies a cabeza.
—Por el amor de Dios, Pete…
Pete, con una extraña sonrisa en el rostro, giró la
cabeza y lo miró. Antes de hablar, inclinó la cabeza
suavemente hacia un lado; parecía un padre
orgulloso que ve a su hijo por primera vez.
—Había estado aquí todo este tiempo —dijo.
Y Joe se llevó una mano a la boca para contener la
náusea.
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