Page 198 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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nublársele en los bordes como tintada por un cristal


            opaco. Un sudor frío corrió a ocupar su frente. Joe


            se llevó las manos a la cabeza, intentando recuperar


            el ritmo normal de respiración, pero este no hacía


            sino empeorar.



            Empezó a asustarse de veras.




            Joe  había  padecido  asma  cuando  era  pequeño.


            Vivía  pegado  a  un  pequeño  aparato  de  un  color


            azul  desvaído  que  accionaba  con  una  mano.  El


            medicamento  iba  directamente  a  la  garganta  y  le


            producía un alivio casi instantáneo. Con el tiempo


            se  convirtió  en  una  especie  de  adicción:  cuando


            corría  unas  cuantas  decenas  de  metros  y  la


            respiración se le aceleraba, en lugar de esperar con



            normalidad a que el ritmo cardiaco se restableciese


            recurría  al  prodigioso  cacharrito  para  aliviar  los


            pulmones.  Funcionaba,  por  supuesto,  pero  por


            algún  motivo,  acabó  necesitando  inhalaciones


            constantes  a  poco  que  notase  alguna  falta


            respiratoria.



            Un día, mientras almorzaba en un restaurante, sus



            pulmones se trabaron.



            Joe  se  levantó  de  la  mesa  con  una  expresión


            asustada desfigurándole el rostro. Era incapaz de


            inhalar o expulsar aire, como si ahí dentro toda la


            maquinaria  se  hubiera  detenido.  Salió  a  la  calle




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