Page 197 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—Y lo…



            —Lo devoramos, Joe.



            Joe ya no dijo nada más.



            Esperó a que el ser abandonara la cabaña y luego


            permaneció quieto en la soledad de la habitación,



            sintiéndose                   pequeño;                  muy              pequeño                 y


            extremadamente frágil.



            Joe había entrado en shock.



            A  pesar  de  la  repugnante  pestilencia  que  había


            dejado el misterioso órgano, estuvo veinte minutos



            quieto en mitad de la habitación, sin mover ni un


            músculo,  con  la  mirada  perdida.  No  pensaba  en


            nada,  no  acusaba  el  frío  desmesurado  que


            traspasaba  el  umbral  y  hacía  descender  la


            temperatura en el interior hasta un par de grados


            bajo cero.



            Luego, de repente, se derrumbó.




            Cayó  al  suelo  como  una  marioneta  que  hubiera


            estado  colgando  de  un  solo  hilo,  quedando


            recogido sobre sí mismo, con las piernas plegadas


            bajo el cuerpo. Los brazos habían quedado fláccidos


            a  un  lado.  Después,  como  si  hubiera  estado


            aguantando la respiración un largo tiempo, empezó


            a  respirar  con  rapidez;  inhalaciones  fuertes  en



            cadena,  jadeantes,  hasta  que  la  visión  empezó  a




                                                                                                          196
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