Page 381 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
P. 381
incomodidad, pero no era tan malo como había
pensado al principio.
Allen cogió la pistola de clavos del suelo y se la
puso en las manos, pero mientras lo hacía, Joe
acertó a distinguir una figura gris y abandonada en
una esquina de la cueva. Era la mujer del
dormitorio, con la piel tirante y el cabello
encrespado, inerte y mojado como una maraña de
algas sucias. Vacío. Esa visión, sin embargo, lo
ayudó a decidirse.
—De acuerdo —exclamó—. Intentemos eso. Hemos
llegado ya tan lejos que solo podemos ir en una
dirección, ¿no crees?
Allen sonrió y le dio una suave palmada en el
hombro. Luego adoptó una expresión seria, y con
voz fingida, dijo:
—Me gusta que estés aquí conmigo, Joe. Aquí al
final de todas las cosas.
Y se echaron a reír.
380

