Page 75 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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cayó sobre la cubierta de piel de serpiente, me di cuenta de

        que ya estaba congelado. Coloqué rápidamente el resto de

        las rocas y me levanté.




               El viento me hizo tambalear y mis pies casi resbalaron

        sobre  el  hielo  próximo  a  la  tumba.  Miré  hacia  el  mar

        hirviente,  me  envolví  un  poco  mejor  con  mis  pieles  de

        serpiente y volví a contemplar la pila de rocas. Hacen falta


        algunas palabras. No entierras al muerto y después te vas a

        comer. Hacen falta algunas palabras. Pero ¿qué palabras? Yo

        no  era  demasiado  religioso  y  tampoco  lo  había  sido  el

        dracón.




               Su filosofía formal sobre el tema de la muerte era idéntica

        a mi rechazo informal de los deleites islámicos, los Valhala

        paganos  y  las  promesas  para  un  futuro  lejano  de  los

        judeocristianos. La muerte es la muerte. Finis. El fin. Polvo

        eres y en polvo te convertirás… Aun así, hacen falta algunas


        palabras.



               Metí el brazo bajo las pieles de serpiente y apreté con mi

        mano  enguantada  el  cubo  dorado  del  Talman.  Noté  sus

        puntiagudos cantos a través de mi guante, cerré los ojos y


        repasé las palabras de los grandes filósofos dracones. Pero

        en sus escritos no había nada para este momento.





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