Page 78 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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dedos.



               Levanté el fardo, lo llevé cerca de la hoguera y me senté

        en una roca. Puse el bulto en mi regazo y lo desenvolví con


        mucho cuidado. Vi el brillo amarillo de los ojos de Zammis

        bajo los párpados entorpecidos por el sueño. Desde la cara,

        casi desprovista de nariz y los dientes compactos, hasta su

        color amarillo subido, Zammis era en todos los aspectos una


        miniatura de Jerry, excepto por su gordura.



               Zammis  era  un  pequeño  barril  de  grasa.  Le  eché  un

        vistazo y me alegró descubrir que no había suciedad. Miré a

        Zammis a los ojos.



               —¿Quieres algo de comer?



               —Guh.



               Sus mandíbulas estaban en condiciones de funcionar, y

        supuse  que  los  dracones  debían  masticar  alimento  sólido


        desde el primer día. Tendí un brazo hacia la hoguera y cogí

        un trozo de serpiente seca, pasándolo después por los labios

        del niño. Zammis apartó la cabeza.



               —Vamos, come. No encontrarás nada mejor por aquí.



               Volví  a  poner  la  serpiente  en  los  labios  del  niño,  y





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