Page 81 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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—¡Bah! ¡Debería coger esa roca y acabar! Eso es lo que
debería…
Una oleada de repugnancia contuvo mis palabras. Fui a
mi camastro, cogí el gorro, los guantes y el manguito, y me
encaminé hacia afuera. Antes de llegar a la entrada de la
cueva, cubierta con rocas, noté la fuerza punzante del viento.
Una vez fuera me detuve y contemplé el mar y el cielo: era
un panorama irritante con sus gloriosos tonos blanco y
negro, y gris sobre gris. Una ráfaga de viento me abofeteó,
haciéndome retroceder hasta la entrada. Recuperé el
equilibrio, anduve hasta el borde del peñasco y agité el puño
hacía el mar.
—¡Sigue! ¡Sigue y sopla, kíslode hijo de puta! ¡Todavía
no me has matado!
Apreté mis párpados quemados por el viento hasta
cerrarlos, después los abrí y miré hacia abajo. Una caída de
cuarenta metros hasta el próximo saliente, pero si tomaba
impulso podía salvar el obstáculo. Entonces habría ciento
cincuenta metros hasta las rocas que estaban abajo. Saltar.
Me aparté del borde del peñasco.
—¡Saltar! ¡Claro, saltar! —Agité la cabeza en dirección al
mar—. ¡No pienso hacer tu trabajo! ¡Si me quieres muerto,
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