Page 89 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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Moví la cabeza.
—No progresarás mucho si recitas el linaje en inglés,
Zammis. Empecé otra vez: —Naatha nu enta va, Zammis zea
does Jeriba. Estay va Shigan, asaam naa denvadar…
Durante ocho de aquellos largos días y noches temí que
el niño muriera. Lo intenté todo: raíces. Bayas y ciruelas
secas, carne de serpiente seca, hervida, masticada y molida.
Zammis lo rechazó todo. Hice frecuentes comprobaciones,
pero siempre que miraba entre las ropas del niño las
encontraba tan limpias como cuando se las había puesto.
Zammis perdía peso, pero parecía hacerse más fuerte. Al
noveno día se arrastró por el suelo de la cueva. Incluso con
la hoguera, la cueva no era realmente cálida. Yo tenía miedo
de que el niño enfermara por gatear desnudo, y lo vestí con
la ropa y el gorro diminuto que Jerry había hecho para él.
Después de vestirlo levanté a Zammis y lo contemplé. El
niño ya sabía.
sonreír, una sonrisa llena de malicia que, combinada con
el guiño de sus ojos amarillos con su ropa y su gorro, le daba
el aspecto de un diablillo. Lo puse de pie.
El niño parecía poder sostenerse solo, y lo solté. Zammis
sonrió, agitó sus brazos cada vez más delgados, luego rio y
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