Page 238 - El Jugador - Iain M. Banks
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que aturdió el cerebro de Gurgeh apenas la vio expuesta
en forma de números sobre la pantalla mural. Ni tan
siquiera sabía qué era el ultraespacio. ¿Sería lo mismo que
el hiperespacio? Intentó consolarse pensando que por lo
menos había oído hablar del hiperespacio, aunque sabía
muy poco sobre ese... lo que fuera. La terrible velocidad a
que se desplazaba no impedía que la nave estuviera
sumida en un silencio casi absoluto, y Gurgeh empezó a
experimentar una sensación tan extraña como enervante,
como si la vieja nave de guerra que había pasado todos
aquellos siglos protegida de los estragos del tiempo aún
no se hubiera despertado del todo y los acontecimientos
que tenían lugar dentro de su esbelto casco siguieran
rigiéndose por un tiempo distinto y más lento compuesto
a partes iguales de sueños y realidad.
La nave no parecía tener muchas ganas de iniciar una
conversación con él. En circunstancias normales eso no
habría molestado a Gurgeh, pero ahora se convirtió en
otro factor que aumentaba su sensación de incomodidad.
Salió de su camarote y fue a dar un paseo por el angosto
corredor de cien metros de longitud que llevaba hasta la
parte central de la nave. El corredor de paredes desnudas
apenas si tenía un metro de anchura y el techo estaba tan
bajo que Gurgeh podía tocarlo sin necesidad de estirarse.
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