Page 512 - El Jugador - Iain M. Banks
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que la luz ejercía sobre la habitación se hubiera invertido

            tirando  del  hombre  que  observaba  las  imágenes  y


            atrayéndole  hacia  ellas.  Gurgeh  había  quedado

            paralizado en ese instante de vacilación que precede a la

            caída, tan inmóvil, helado e irremisiblemente vuelto hacia


            las imágenes que se sucedían en la pantalla como si fuera

            una luna detenida hacía ya mucho tiempo.

                  Los gritos crearon ecos en la sala y rebotaron en sus


            asientos  amoldables,  divanes  y  mesitas.  Eran  gritos  de

            ápices,  hombres,  mujeres  y  niños.  A  veces  eran

            silenciados  enseguida,  pero  lo  más  normal  era  que

            durasen mucho tiempo. Cada instrumento y cada parte


            del cuerpo de aquellos seres torturados emitía su propio

            ruido.  Sangre,  cuchillos,  huesos,  lásers,  carne,  sierras,

            sustancias  químicas,  sanguijuelas,  gusanos,  armas

            vibratorias e incluso falos, dedos y garras... Todo creaba


            su propio sonido inimitable y distinto a los demás para

            que sirviera de contrapunto al tema de los gritos.

                  La última escena que vio incluía a un macho psicópata


            al que se le habían inyectado grandes dosis de hormonas

            sexuales y alucinógenos, un cuchillo y una mujer descrita

            como  una  enemiga  del  estado.  La  mujer  estaba


            embarazada y le faltaba muy poco para dar a luz.

                  Los  ojos  se  cerraron.  Las  manos  subieron  hasta  sus






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