Page 650 - El Jugador - Iain M. Banks
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alteraciones  en  el  escalafón),  nuevos  generales  y

            almirantes, arzobispos, ministros y jueces. El rumbo del


            Imperio  había  sido  fijado,  y  era  considerablemente

            parecido  al  que  habían  marcado  los  últimos  juegos.

            Nicosar seguiría con su política actual; las premisas de los


            ganadores  indicaban  muy  poco  descontento  o  ideas

            nuevas.  Los  cortesanos  y  funcionarios  podían  volver  a

            respirar con tranquilidad sabiendo que nada cambiaría


            demasiado  y  que  sus  posiciones  y  carreras  no  corrían

            peligro. En vez de la tensión habitual que envolvía a la

            última etapa de los juegos la atmósfera era bastante más

            parecida a la que habría podido esperarse en un torneo


            de  exhibición.  Los  únicos  que  se  tomaban  en  serio  las

            partidas futuras eran los dos contrincantes.

                  Nicosar impresionó a Gurgeh apenas empezó a mover

            las  piezas.  La  estima  y  el  respeto  que  sentía  hacia  él


            crecían  a  cada  momento  que  pasaba.  Cuanto  más

            estudiaba el estilo del ápice más consciente era de que

            tenía delante a un adversario temible que dominaba todas


            las facetas del juego. Vencer a Nicosar exigiría algo más

            que suerte. Si quería vencerle Gurgeh necesitaría ser otra

            persona. En cuanto empezaron a jugar Gurgeh tuvo que


            concentrarse  al  máximo  no  en  el  objetivo  de  vencer  al

            Emperador, sino en el de impedir que le aplastara.






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