Page 651 - El Jugador - Iain M. Banks
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Nicosar jugaba con bastante cautela durante casi todo

            el  tiempo  y  de  repente  atacaba  con  una  serie  de


            movimientos tan brillante como fluida, que al principio

            daban la impresión de haber sido hechos por un loco con

            ciertas dotes para el juego, y que acababan revelándose


            como  las  jugadas  maestras  que  eran  realmente.  Sus

            movimientos  eran  respuestas  perfectas  a  las  preguntas

            imposibles que planteaban.


                  Gurgeh  hizo  cuanto  pudo  para  prever  esas

            devastadoras fusiones de astucia y fuerza bruta y para

            dar  con  alguna  réplica  a  ellas  en  cuanto  se  habían

            producido, pero hacia el final de las partidas menores ‐‐


            unos  treinta  días  antes  de  la  llegada  de  las  llamas‐‐

            Nicosar ya había conseguido acumular una considerable

            ventaja en piezas y cartas que le sería muy útil cuando

            empezaran a jugar en el primer tablero principal. Gurgeh


            empezó a sospechar que su única posibilidad de no ser

            derrotado era resistir lo mejor posible en los dos primeros

            tableros y albergar la esperanza de que el último le fuese


            más favorable.

                  `

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                  Los arbustos cenicientos alzaban sus copas alrededor






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