Page 113 - La Nave - Tomas Salvador
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degeneración. Habré de trabajar sobre ello. Ahora,


            de  forma  elemental,  anotando  lo  que  me  parece


            vivieron mis antecesores, puedo indicar una fecha:


            la Nave lleva setecientos años perdida en el espacio.



               No  quiero  comentarlo;  no  quiero  lamentarme.


            Seiscientos o setecientos años terrestres perdidos en


            el  espacio  es  una  cifra  que  en  sí  misma  lleva  el


            estigma de lo pavoroso. Sin duda alguna, como se



            desprende de los comentarios de mis antecesores,


            dicha cifra es ridícula en comparación con la edad


            de  la  Tierra,  incluso  del  mismo  hombre  en  su


            planeta;  pero  aplicada  subjetivamente,  sobre


            nosotros mismos, es tan triste como para justificar


            el Día de la Ira. Es triste como esta oscuridad que


            nos rodea. Es triste como nuestra soledad. Es triste



            como nuestra carencia de porvenir...


               Recuerdo ahora una frase de Buani, apostilla de


            sus desesperanzadas conclusiones. La llevo clavada



            en el cerebro, este cerebro mío que se ha convertido


            en  un  laberinto  de  sensaciones  superpuestas,


            incomprensibles                            muchas,                    pero               todas


            simbióticamente  aglutinadas;  decía  Buani:  Cuando


            paso  revista  a  nuestras  maravillas,  muchas  de  ellas


            inimaginables,  creo  que  posiblemente  los  hombres


            estuvieron  muy  cerca  de  imaginarse  ser  unos  nuevos



            Prometeos; creo que, incluso, escucharon las palabras de


            Satanás: «Serás igual a Dios.» Y no es cierto. Aunque




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