Page 116 - La Nave - Tomas Salvador
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ignoren… ¡Dios mío, qué profundos e inescrutables
son tus designios!
Compruebo que he vuelto al concepto de Dios, el
mismo que me atormentaba cuando estuve
inclinado sobre esta página la última vez que anoté
mis impresiones, en este apresurado rehacer
histórico que estoy emprendiendo. No necesito
releer loe escrito para recordarlo. Lo tengo grabado
en el cerebro. Nuevamente me acucia la idea de
Dios. Y me asusta. Puedo hallar explicaciones,
lógicas hasta cierto punto, en los puntos concretos
de nuestro pasado; puedo identificar en la Nave
aquellos objetos destrozados, aquella maquinaria
de que me hablan los antepasados; puedo
reconstruir los escenarios de las revueltas; puedo
seguir el proceso de nuestra sangre. Pero, ¿dónde
puedo encontrar a Dios?
Es inalterable norma humana buscar a Dios en la hora
del Dolor. ¿Qué quiso decir Buani? ¿Es necesario
estar sufriendo física o moralmente? Conozco el
dolor físico, y creo comprender lo que es el dolor
moral; puedo, incluso, provocar el primero; pero
intuyo que el segundo ha de venir a mí por no sé
qué caminos. ¡Oh, si encontrara puntos de apoyo,
palabras clave! ¡Dios, Dios, DIOS...!
Mis antecesores —no todos— lo llamaban a veces,
algunos con ira, otros con ternura, muchos con ira y
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