Page 122 - La Nave - Tomas Salvador
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capaz de sobrevivirles, que es posible viva todavía,


            es decir, era inmortal.



               Estoy  asombrado  y  asustado;  me  resulta  un  Ser


            inmortal, invisible, generoso y bueno, padre de los


            hombres y mucho más sabio que éstos. ¿Es posible


            una  concepción  de  tal  naturaleza?  Debe  serlo,


            porque no puedo yo, mísero Hombre de Letras de


            la generación XXIII, degenerado, poner en duda lo



            que admitían mis sabios y audaces antepasados.



               ¡Dios mío...! ¿También yo lo digo? ¡Es curioso! Con


            qué  fortaleza,  con  qué  facilidad  me  surge  esta


            expresión no aprendida. ¿Estaba latente en mí? Lo


            que no acaba de comprender mi inteligencia es por


            qué un ser de esa naturaleza abandonó a sus hijos


            de  tal  manera.  Sin  embargo,  los  hombres  de  la


            Nave, a través de las generaciones, parecen aceptar


            tal  abandono,  o  mejor  dicho,  sin  aceptarlo  lo


            comprenden. ¿Qué quiere decir eso...?



               Mucho  temo  que  este  problema  sea  demasiado



            para mi pobre y recién adquirida conciencia de las


            cosas.  Experimento,  casi,  la  misma  sensación  de


            vértigo que cuando me asomo a los ventanales del


            vacío. ¡Será posible! ¿Será el Espacio la residencia de


            Dios? Todo parece indicarlo: la Nave creada para


            surcarlo,  el  sacerdote  como  representante  o


            embajador,  el  Espacio,  con  su  vértigo...  ¡Ay,  mis


            nervios, mi cabeza, mis manos! Todo me duele, todo




                                                                                                           122
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