Page 142 - La Nave - Tomas Salvador
P. 142

Pero            tenemos                una           posibilidad:                 la        de


            reencontrarnos,  la  de  volver  a  nuestra  condición


            humana. Impidamos que nuestros hijos se expresen


            con  gruñidos;  registremos  bien  la  Nave,  esta


            enorme  masa  de  sesenta  pisos;  renazcamos  a  la



            esperanza.                 Aunque                nada           podamos                 hacer,


            intentémoslo. Uno de mis antepasados lo decía: El


            hombre es un animal indomable. Ha renacido siempre de


            sus cenizas. Es la más admirable forma de vida que puebla


            el Universo. Es un soplo de Dios mismo. Aun cuando


            sólo quede una pareja humana, sobre su base se repetirá


            la Historia. Nosotros no moriremos.



               Un  latigazo  de  orgullo  y  fe  me  está  castigando.


            Nosotros  no  moriremos...  Nosotros  no  pisamos


            tierra; nosotros no sabemos lo que es la luz del sol;



            nosotros no hemos subido nunca a una montaña...


            Pero nosotros tenemos la Nave; nosotros tenemos


            nuestro abandono en la terrible soledad del Espacio;


            nosotros  estamos  destruidos  y,  como  hombres,


            tenemos el deber de volver a empezar.



               Esto es lo que le diré a Mei‐Lum‐Faro cuando me


            llame  a  su  presencia.  Todo  lo  tenemos  que


            aprender. Pero «todo» está aquí, creado ya. Estamos


            pisando  acero,  titanio,  moléculas  prensadas;


            estamos  respirando  un  aire  creado  por  los



            hombres...


               Oigo pasos..., se acercan..., están aquí. Me llaman.




                                                                                                           142
   137   138   139   140   141   142   143   144   145   146   147