Page 145 - La Nave - Tomas Salvador
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momento en que desapareció el dolor...



               Recobró el conocimiento parcialmente aliviado. El


            vértigo había desaparecido; tenía la boca abierta y


            respiraba  un  aire  cargado  de  extraños  y  fuertes


            perfumes. La relajación del desmayo dio descanso a


            las fibras de su cuerpo, pero no aplacó el dolor. El


            dolor continuaba allí, al final de sus brazos.



               Intentó cambiar de postura, y al apoyar las manos


            en  el  suelo  un  latigazo  inaguantable  le  hizo



            prorrumpir en alaridos. Y entonces recordó. Por lo


            menos en parte. Sabía que no tenía manos. ¡Se las


            habían cortado! Reprimir la sangre que se agolpaba


            en el corazón, contener la respiración desbordada,


            le  costó  un  enorme  esfuerzo.  Clarividentemente,


            supo que estaba a punto de morir si no dominaba el


            conjunto de palpitaciones, terrores, dolor y sofoco


            que le invadía. Un calor nunca sentido comenzó a


            extenderse a partir del pecho. Al final de los brazos,



            la  sangre  comenzó  a  latir,  a  un  ritmo  fuerte  y


            seguro.  Eran  latidos  hondos,  marcados,  como


            pinchazos;                 sentía           hasta           la       vibración               que


            despertaban  en  el  aire,  fuera  de  la  carne  que  los


            contenía. Hasta los escuchaba. Entre latido y latido,


            el dolor.



               Poco  a  poco  la  sangre  se  le  fue  retirando  de  la


            bomba  cardíaca  y  pudo  respirar  mejor.  Se


            sorprendió  contando  con  increíble  facilidad  el




                                                                                                           145
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