Page 374 - La Nave - Tomas Salvador
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verdades que las mentes confundían, hombre con
alma
de niño, niño con fuerza gigante. Lo conocían
algunos,
pero al pueblo entero quería su palabra dirigir,
después que a los poderosos dio conceptos
olvidados.
Y llegó Shim, de los suyos rodeado: los ancianos
de la raza condenada, los muchachos de las luces,
los guerreros sin escudos y sin armas, la embajada
de los wit. Acalláronse murmullos y las miradas
buscaron la figura del Navarca. Consumido por su
fuego,
agotado, pero erguido, subió al estrado y habló.
—Os saludo. No pocos de vosotros habéis estado
conmigo
en los días de la Nave, cuando en mí crecía el
hombre
y el destino se cumplía. Hijo soy de Kanti y Torna,
nacido en vuestras estancias. Cumplí la Ley y viví
lo mismo que vivió siempre el pueblo de las
terrazas
superiores. Después, mi camino no fue el vuestro,
y cierta y mía es la culpa, culpa de curiosidad,
culpa
de amor. Ahora voy a hablaros de mi extraña
dolencia,
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