Page 379 - La Nave - Tomas Salvador
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más justa es la que los iguala. Mucho más os diría,
pero meditad ahora. Pido la unión de la Nave.
Propongo que los dos pueblos, igualados sus
caminos,
elijan un soberano, un padre de las familias
que entienda la nueva ciencia de la vida en común,
no guerrero ni guardián, cabeza prudente y justa
de la nacida unidad. El pueblo wit ya lo acepta
y su parte cumplirá. Hablad vosotros. Os saludo.
Dijo, y calló, agotado. El silencio del asombro
acompañó su ademán. Un hombre gritó muy lejos:
—¿Cómo pueden vivir juntos los nacidos
diferentes?
—Con amor. ¿No son diferentes los hombres y
las
mujeres? Se completan, sin ser unos mismos.
Medita.
Dijo, y calló; calló el otro. Un kros anciano subió
y al encendido Navarca habló con razones
prudentes:
—Es tan nuevo lo que dices, Shim, que no todos
lo entendemos. Es sencillo y parece verdadero.
Meditaremos. No es tan fácil quebrantar el
recuerdo
de los tiempos. Déjanos solos. Llegar te haremos
la decisión que tomemos. Te saludo, Shim
Navarca.
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