Page 49 - La Nave - Tomas Salvador
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habiéndola...  Es  necesario  caminar  cautamente,


            tratando de adivinar dónde se ponen las plantas. El


            vibrar  característico  de  la  Nave  se  percibe  más


            intensamente.  Se  siente  un  poderoso  corazón


            latiendo cerca. Se comprende mejor a los que dicen



            que la Nave es un cuerpo vivo y que nosotros somos


            sus parásitos. Un vago rumor de gritos, choques y


            llantos  trasciende  en  los  huecos  de  algunos


            montacargas,  que  desde  hace  generaciones  no


            funcionan.  Es  feo  y  triste  todo,  pero  con  cierta


            grandeza.



               Cuando volví a la cámara de Ajedrez, a la terraza


            llamada de Sem‐Faro, estaba en buenas condiciones


            para apreciar el cambio. La soledad y la tristeza de


            aquellas  encrucijadas  y  cámaras  desiertas  era  un



            puro  contraste  ante  nuestros  reducidos  y


            aprovechados  espacios;  tenemos  más  luz,  más


            calor,  más  aire;  pero  ,  tenemos  menos  lugar.  La


            terraza se me antojó ridículamente pequeña, pese a


            que las líneas curvas aumentaban su perspectiva. Y


            nuestros  hombres,  los  orgullosos  miembros  de  la


            raza kros, negros, de cabello crespo y fuerte, dientes


            apretados  y  nariz  prominente,  me  parecían


            indiferentes  y  ausentes,  silenciosos  y  apagados.



            Traté de fijarme en las mujeres; pese a ser terraza


            mixta,  únicamente  había  tres,  las  cuales  se


            diferenciaban  muy  poco  de  los  hombres.  No  vi





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