Page 94 - La Nave - Tomas Salvador
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justificado el tremendo, enorme orgullo que
inspiraba a sus creadores y primeros habitantes. El
paso del tiempo no la ha afectado; sigue vibrando y
renovándose, siendo lo que ellos llamaban «círculo
de energía». Somos nosotros los que hemos
cambiado. No puedo apreciar la totalidad del
cambio porque me faltan detalles técnicos; pero por
ciertas observaciones de algunos antepasados se han
producido alteraciones en nuestro organismo.
A este respecto recuerdo perfectamente una breve
anotación de Hervé Moore, historiador de la cuarta
generación, que el día 19 de setiembre de 2417,
escribió las siguientes palabras: «Hace cien años. He
estado calculando la fecha. Allá afuera, en un punto
ignorado, está la Tierra. En ella, el hombre, que pese a
existir desde hace trescientos mil años, es un infante
todavía. Nosotros, aquí, con cien años, somos
horriblemente viejos. ¡Dios mío!»
Si Moore reconocía viejos a los habientes de la
Nave en la cuarta generación, ¿qué puedo decir yo
de la mía, de estos humanos que hablan con
monosílabos, que padecen de tuberculosis casi
desde que nacen, que apenas tienen capacidad
gonosómica, que tienen miedo a las tinieblas?
Somos viejos, efectivamente, somos decadentes, y si
bien yo no puedo predecir cuánto tiempo nos queda
todavía para asirnos a la forma humana, entreveo
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