Page 97 - La Nave - Tomas Salvador
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detalle, anoto las bases de estos descubrimientos.
Un sabio del Siglo XX, Einstein, había sentado la
teoría del espacio‐tiempo, una de cuyas constantes
era la velocidad de la luz. Existían tres conceptos
fundamentales: energía, masa, velocidad; la
primera era la fuerza; la segunda, el cuerpo o
materia, y la tercera, la proyección. La fórmula era:
ENERGÍA = masa por el cuadrado de la velocidad,
o bien, para darle velocidad era necesario una
energía proporcional. Esto era así porque la «masa»,
o materia, era, y es, inerte, perezosa. Buani, cronista,
llama a la inercia: La pereza de la materia. La materia,
en la Tierra, tiende al reposo. No se mueve por sí
misma. Hasta el hombre, para moverse, necesita
gastar energía. A los habitantes de la Tierra les costó
miles de años poner en movimiento la materia.
Buani habla de unas horribles máquinas del siglo
XX, llamadas locomotoras, que hervían agua en un
horno para aprovechar el vapor, y de otras
máquinas voladoras que quemaban líquidos para
que el gas resultante empujara unas turbinas.
Aunque fueron mejorando las técnicas y los
combustibles, el problema seguía siendo el mismo:
la materia no se mueve por sí sola. Moverla, pues,
era lo que ellos llaman velocidad. La luz, que tenía
velocidad, no era una materia (aunque tuviera
nombre): era un fenómeno vibratorio
electromagnético. Tenía acepción de «masa»
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