Page 92 - La Nave - Tomas Salvador
P. 92
todos, absolutamente todos, los libros,
instrumentos y objetos científicos, tratando de
detener la marcha de la Nave y determinar su caída
en cualquier lugar. Se salvaron, por la abnegación y
sacrificio de unos guardianes: los jardines
hidropónicos, «La Carne» y el repositor de aire, más
algunas pequeñas factorías. No debieron acertar
con ningún órgano esencial de la Nave (no los tiene,
en realidad) porque todo continuó como antes.
Adivino una época de desesperación y hambre y en
ella los habitantes de la Nave quedaron reducidos a
poco más de tres centenares. El tiempo, poco a poco,
hizo rebotar el instinto humano de la conservación.
Se fueron perdiendo las nociones del tiempo, a raíz
de la destrucción de relojes y esferas. En la
generación XVI, hubo otra revolución, la Tercera.
Los guardianes, al mando de su capitán Henry Faro,
se apoderaron del gobierno, so pretexto de contener
el relajamiento de las costumbres. Al parecer, los
habitantes de la Nave eran demasiados y muchos
morían por falta de aire. La dinastía de los Faro
continúa en el poder.
Tal es la historia de la Nave, contada a grandes
rasgos. No quiero repetir aquí las palabras de los
cronistas, historiadores u hombres de Letras que la
fueron escribiendo. Al parecer, ha sido la única
tradición que hemos conservado. El relato de
92

