Page 10 - Triton - Samuel R. Delany
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dos cosas.
Y ahora tenía los dos tacones azules en la acera. El
joven caminaba con los dos suyos en la calzada. Se
abrieron paso por entre la multitud multicolor.
Y él había observado a dos personas cuando sólo
pretendía mirar a una.
Aquí: junto al quiosco de la estación de transporte, un
hombre alto, con un mono marrón y una especie de jaula
sobre su cabeza, destacaba por encima de varias mujeres.
Cuando se acercó a él se hizo evidente que también
llevaba las manos envueltas en jaulas: a través de la malla
podían verse manchas de pintura; sus uñas también
estaban pintadas; sus nudillos eran callosos.
Probablemente algún ejecutivo administrativo
importante, con tiempo libre y suficiente crédito como
para dedicarse a algún trabajo servil como afición,
fontanería o carpintería.
¿Carpintería?
Frunció el ceño y se apartó a un lado. Una pérdida de
madera y tiempo.
¿A quién más podía observar en aquella multitud?
Dando pequeños pasos con sus sucios pies, diez,
quince ‐casi dos docenas‐ de murmuradores avanzaban
hacia él. La gente se apartaba de ellos. No es, pensó, la
suciedad y los harapos lo que me molesta, sino las
llagas... Hacía siete años, había asistido realmente a las
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