Page 100 - Triton - Samuel R. Delany
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manos de uñas doradas (y su suave y lenta risa). Se había
dormido pensando en ella; había despertado pensando
en ella. Incluso había pensado (aunque, finalmente, había
decidido no hacerlo) ir andando al trabajo por el n‐r.
Miriamne, en la puerta, llevaba la misma capa corta
color gris paloma que había llevado la Púa, con los
pechos al aire, como la Púa, y más aún, le recordó
inmediatamente un formulario de trabajo que había
rellenado hacía diecisiete años: «Describa el tipo físico
preferido con el que cree que podría encajar mejor». Su
descripción preferida había sido, limpia y llanamente:
«Baja, morena, huesos pequeños, caderas anchas». Y
Miriamne, baja, morena, huesos pequeños, y a un pelo de
tener también unas caderas bien proporcionadas, estaba
mirando algo a unos doce centímetros a la izquierda y
cinco arriba de su oreja derecha.
¿A su ceja? No...
Bron se levantó de su silla, aún sonriendo. Era el tipo
de mujer con la que podía ser infinitamente paciente en
la cama (si ella necesitaba paciencia), ya que a menudo es
mucho más fácil ser pacientes con aquellos con los que
estás seguro de complacer: experimentó un agradable
regreso de aplomo profesional. Afortunadamente,
pensó, ella vive en una agradable, amistosa, mixta coop,
de modo que no le falta conversación (la conversación en
sus relaciones sexuales no era su punto fuerte).
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