Page 20 - Triton - Samuel R. Delany
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de ordenador de los años 1980.)

                ¡Snap!,  restalló  el  altavoz  (que  supuso ‐aunque  no


           tenía  ninguna  razón  para  estar  seguro  de  ello‐  era  el

           ruido  de  un  trozo  de  videocinta  de  quinientas  micro‐

           pistas del banco de almacenamiento al romperse), y la


           pantalla  se  llenó  de  confeti  de  colores.  La  rejilla  del

           altavoz zumbó y crepitó, simultánea y estúpidamente.


                ¿Rota?

                Contempló la ranura de la tarjeta: ¿Cómo hago ahora

           para  recuperar  mi  tarjeta?,  pensó,  con  cierto  pánico.


           ¿Tirando  de  ella  con  mi  ficha  de  cinco  franqs?  No  podía

           alcanzarla con la uña. ¿Era posible que el fallo estuviera

           aquí en la cabina y no en el banco de almacenamiento... ?


                Dominado por la indecisión, se reclinó contra la pared

           de  atrás  de  la  cabina  y  miró  fijamente  la  tormenta  de

           puntos en la pantalla. Se inclinó una vez hacia delante y


           aplicó el ojo a la ranura. Un centímetro más allá de los

           labios de aluminio, el borde de la tarjeta se estremecía


           como una lengua nerviosa al compás de algún zumbante

           mecanismo de relojería.

                Se reclinó de nuevo contra la pared.


                Al cabo de tres minutos, la pantalla se volvió gris; el

           zumbido del altavoz cesó.


                La tarjeta asomó bruscamente por la ranura de metal

           (como una lengua impresa, sí; con una foto de él en una

           esquina).  Mientras  la  tomaba  con  sus  manos  de  sus




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