Page 17 - Triton - Samuel R. Delany
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de esta cabina que de que este material confidencial haya
sido visto alguna vez por otros ojos humanos distintos de
los suyos. No olvide recoger su tarjeta y su ficha.
Gracias.»
Él había trabajado durante varias semanas en los
canales públicos (como recopilador de documentación,
mientras por las tardes seguía su curso de entrenamiento
metalógico) y, hacía ocho años, se había sentido
abrumado ante la institución de las cabinas. Era como si
(acostumbraba a pensar, y lo había dicho un cierto
número de veces, y había recibido un cierto número de
risas cuando lo había dicho) los alemanes, durante la
Segunda Guerra Mundial de la Tierra, hubieran decidido
convertir Dachau o Auschwitz en un complejo turístico
de pago, antes de que terminara la guerra. (Él nunca
había estado en la Tierra. Aunque conocía a algunas
personas que sí habían estado.) Pero él no había armado
ningún revuelo; para él las cabinas simplemente se
habían convertido en otra más de las varias irritaciones
que, para poder vivir en el mismo mundo que ellas,
tienen que ser reducidas a diversiones. Durante dos años,
mientras consideraba que eran decisivamente divertidas
en teoría, nunca había puesto el pie en una..., como
protesta silenciosa. Se había mantenido firme en su
decisión hasta que se dio cuenta de que prácticamente
nadie que conociera había entrado en una de ellas
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