Page 249 - Triton - Samuel R. Delany
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(tenía  que  ir  a  casa  a  cambiarse;  no  podías  llevar  un

           atuendo como aquél dos días seguidos a la oficina), lo


           cual le pareció bien a ella, le explicó mientras él se ponía

           los guantes, la máscara, enrollaba la capa en torno a sus

           hombros, porque ella deseaba prepararse también antes


           de...

                Pero  él  estaba  ya  en  la  puerta,  deseándole  Buena


           Suerte en su viaje. Y ella seguía aún en la cama, riendo

           con su suave risa, y deseándole a él Buena Suerte en el

           suyo.


                Bron se apresuró a través de las tranquilas calles no

           restringidas.

                En  el  desgarrado  suelo  elástico  de  la  vandalizada


           cabina  realzaego  (¿por  qué  se  había  parado  a  mirar

           dentro de ella de nuevo? Todavía no estaba seguro) había

           trozos de papel. Sabiendo ya lo que había en la otra cara


           (la  tinta  traspasaba),  tomó  uno,  dejó  caer  la  cortina  y

           metió la hoja en uno de sus bolsillos secretos (donde, a


           través  de  su  guante,  captó  el  bulto  del  paquete  para

           Alfred que había llevado de un lado para otro toda la

           noche), entró en las garabateadas baldosas iluminadas de


           verde  y  salió  a  las  coordenadas  callejeras  verdes

           (restringidas) y al pavimento rosa restringido.


                Entre los altos techos, el escudo sensorial, azul oscuro,

           estaba salpicado aquí y allá de plata. Intentó recordar lo

           que  habían  dicho  de  su  partida  y  lo  halló




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