Page 1116 - Anatema - Neal Stephenson
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—Ya hemos hablado de esos registros —comentó Ignetha


          Foral—.  Son  esenciales  para  el  modelo  del  espacio  de

          Hemn.

            —Sí,  Madame  Secretaria,  pero  ahora  dejadme  añadir


          algo  nuevo.  Lo  expresa  bien  el  experimento  mental  de

          moscas, murciélagos y gusanos. No otorgamos a nuestra

          conciencia  el  mérito  que  merece  por  su  capacidad  de


          tomar  datos  ruidosos,  ambiguos  y  contradictorios

          procedentes de nuestros sentidos y ordenarlos; para decir

          que «este patrón de datos es igual al cuenco de cobre que


          tengo  delante  ahora  mismo  y  que  estaba  delante  de  mí

          hace un momento»; para conferir especificidad a lo que


          percibimos. Sé que os sentiréis incómodos con el lenguaje

          religioso,  pero  parece  milagroso  que  nuestra  conciencia

          sea capaz de eso.


            —Pero  es  absolutamente  necesario  desde  un  punto  de

          vista evolutivo —señaló Lodoghir.


            —¡Por supuesto! Pero no por ello menos asombroso. La

          capacidad de nuestra conciencia para percibir, no como se

          limita a captar un motucaptor (recibiendo y registrando


          datos),  sino  identificando  cosas,  cuencos  de  cobre,

          melodías, rostros, belleza, ideas… y hacer que esas cosas

          estén disponibles para la cognición… esa habilidad, dijo


          Atamant, es el fundamento último de todo pensamiento

          racional.  Y  si  la  conciencia  puede  identificar  la

          «cuencosidad cobriza», ¿por qué no iba a poder identificar







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