Page 1128 - Anatema - Neal Stephenson
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la insignia alrededor del cuello como si fuese una joya y
salió, seguida por su servitor, que se esforzaba bajo el peso
de dos mochilas.
Tenía grandes planes sobre cómo invertir el tiempo libre
que había ganado con la apuesta con Arsibalt. Deseaba
invertirlo de tantas formas que no sabía ni por dónde
empezar. Regresé a mi celda para recoger algunas notas y
me senté en el palé. Luego abrí los ojos y descubrí que
había amanecido.
Pero no había malgastado las horas nocturnas, porque
desperté con ideas e intenciones que no tenía al dormirme.
Teniendo en cuenta los temas tratados en el Mensal, no es
difícil imaginar que mientras yacía inconsciente mi mente
había estado muy atareada recorriendo la zona local del
espacio de Hemn, explorando versiones alternativas del
mundo.
Salí y di con Arsibalt, quien había dormido menos que
yo. Se mostró más bien hosco hasta que compartí con él
algunas cosas que había pensado… si «pensar» es la
palabra adecuada para referirse a procesos que se
produjeron sin intervención de mi voluntad mientras
estaba inconsciente.
Para desayunar tomé panecillos amazacotados y fruta
seca. Luego, me dirigí a un grupito de árboles que había
detrás de la casa capitular de los primeros roscónicos. Allí
me esperaba Arsibalt con la pala que había tomado
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