Page 299 - Anatema - Neal Stephenson
P. 299
Habíamos tenido mejor suerte con árboles y barriles.
Porque mientras los avotos Vrone habían estado ocupados
creando la uva bibliotecaria, los fras y sures de unas millas
valle arriba, del cenobio rústico de Vrone Superior, se
habían ocupado de forma similar de árboles que
tradicionalmente se convertían en toneles. Las células de
la madera del roble Vrone —todavía semivivas incluso
después de talado el árbol, de que éste hubiese sido
convertido en duelas y estuviera terminado el barril—
tomaban muestras de las moléculas que flotaban en el
vino, emitiendo algunas, haciendo que otras se filtrasen al
exterior hasta que precipitaban fuera del barril en forma
de lustre, corteza e incrustaciones fragantes. Esa madera
era tan quisquillosa con respecto a las condiciones de
almacenamiento como la uva bibliotecaria lo era con el
clima y el suelo, por lo que un vinicultor que trataba mal
los barriles y no les ofrecía la estimulación que les gustaba
se los encontraba sudando las resinas, azúcares y taninos
más deseables y guardando en el interior un líquido
limpiador. A la madera le gustaba el mismo espectro de
temperaturas y humedad que a los humanos, y su
estructura celular respondía a las vibraciones. Los barriles,
como instrumentos musicales, resonaban en simpatía con
la voz humana, y por tanto el vino almacenado en una
cámara usada para los ensayos del coro tenía un sabor
diferente al almacenado junto a las paredes de un
comedor. El clima de Sante Edhar era muy adecuado para
299

