Page 296 - Anatema - Neal Stephenson
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momificado.  Lo  dejó  sobre  la  mesa  y  retiró  parte  del


          envoltorio. Era un antiguo barrilete de vino.

            —De  nuestra  casa  capitular,  para  ti,  fra  Erasmas  —

          anunció  como  saludo—.  Aquel  que  ha  soportado  una


          penitencia              extraordinaria                  merece             una          libación

          extraordinaria. No recuperarás las semanas pasadas, ¡pero

          te ayudará a olvidar el Libro!


            Corlandin  se  estaba  pasando  un  poco  de  listo.  Me

          alegraba.  Dado  su  connubio  con  sur  Trestanas  —que

          supuse  que  continuaba—  aquel  momento  estaba


          destinado a ser incómodo. El vino era simultáneamente un

          gesto  amable  y  una  forma  de  soslayar  esa  posible


          incomodidad. Aunque mientras él sacaba el tapón, yo me

          sentí  algo  inquieto.  ¿Pretendía  ser  también  una

          celebración por haberme unido a su orden?


            Fra Corlandin pareció leerme el pensamiento.

            —Es estrictamente para celebrar tu libertad… ¡no para


          limitarla! —dijo.

            Alguien más había traído una caja de madera y la había

          abierto  para  mostrar  un  juego  de  vasos  de  plata,  todos


          iguales,  cada  uno  grabado  con  el  emblema  del  Nuevo

          Círculo. Un fra y una sur los fueron sacando de sus nichos

          de terciopelo y los pulimentaron con sus paños. Corlandin


          se ocupó del tapón, una combinación quebradiza de barro

          y cera, difícil de sacar sin romperlo y contaminar el vino.

          Mirar a fra Corlandin era sentir un vínculo con la época en


          que los concentos habían sido lugares más ricos, con más



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