Page 300 - Anatema - Neal Stephenson
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hacer crecer robles Vrone. Mejor aún, teníamos cierto
renombre por nuestra capacidad para añejarlos. Los
barriles se sentían cómodos en nuestro Refectorio y en
nuestra Seo, y respondían muy bien a las conversaciones
y los cantos. Los concentos menos afortunados nos
enviaban sus barriles para que envejecieran dentro de
nuestros muros. Conseguíamos algunos caldos muy
buenos. Se suponía que no podíamos beber, pero de vez
en cuando hacíamos trampa.
Corlandin sacó el tapón sin incidentes, escanció el vino
en un matraz de laboratorio de cuarzo soplado y lo sirvió
en los vasos. Me entregaron el primero, pero sabía que no
debía beber de inmediato. Todos los presentes en la mesa
debían tener el suyo… el último fra Corlandin, que lo alzó,
me miró a los ojos y dijo:
—Por fra Erasmas, por su libertad… que dure mucho,
que la disfrute en abundancia y que la ejerza con
sabiduría.
Luego brindamos. Me inquietó eso de que «la ejerza con
sabiduría», pero bebí.
Era un vino tremendo, como beberte tu libro favorito. Los
demás se habían puesto en pie para brindar. Se sentaron,
lo que me permitió ver el resto del Refectorio. Algunas
mesas observaban el brindis y alzaban jarras de lo que
fuese que estuviesen bebiendo. Otras estaban inmersas en
sus propias conversaciones. En los bordes de la sala, en su
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