Page 383 - Anatema - Neal Stephenson
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—Recuerda  lo  que  le  pasó  a  Orolo  —dije—.  No  fue


          cauteloso. O quizá no le importaba que le pillasen.

            —¿Te importa a ti? —preguntó Tulia. Fue una pregunta

          directa que hizo que los  demás se sintiesen incómodos.


          Pero nadie se arredró. Todos me miraron, deseando oír la

          respuesta. La pena que había sentido cuando Statho dijo el

          nombre de Orolo me acompañaba en todo momento, pero


          había descubierto que en un instante se podía convertir en

          furia. No en furia de la que te recorre de pies a cabeza, sino

          en  una  furia  fría  e  implacable  que  se  asentaba  en  mis


          vísceras y me hacía pensar en cosas muy desagradables.

          Me distorsionaba la cara; lo sabía porque jóvenes filles que


          antes me saludaban cálidamente al encontrármelos por las

          galerías ahora apartaban la vista.

            —Francamente,  no  —dije.  Era  una  mentira,  pero


          agradable—.  No  me  preocupa  que  me  expulsen.  Pero

          vosotros  también  estáis  implicados,  y  por  tanto  tendré


          cuidado por vosotros. Recordad: puede que esa tablilla no

          contenga ninguna información útil. Incluso si la contiene,

          puede  que  tengamos  que  examinarla  durante  meses  o


          incluso años antes de ver nada. Por lo que hablamos de

          una campaña larga y secreta.

            —Bien, parece que le debemos a Orolo el intentarlo —


          dijo Tulia.

            —Puedo traerla cuando quieras.

            —Conozco una sala oscura bajo la tación de Shuf donde


          podemos mirarla.



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