Page 449 - Anatema - Neal Stephenson
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a orinar; tuve que enseñarle la señal de «despejado» con


          respecto a la puerta.

            Me  dio  la  impresión  de  que  habían  pasado  dos  o  tres

          horas cuando nos pusimos a observar el Sol. Para ese uso


          la  tablilla  era  tan  efectiva  como  para  mirar  las  estrellas

          distantes. Había un límite a la luz que podía generar, y por

          tanto  el  Sol  aparecía  no  como  una  bola  de  fuego


          termonuclear, sino como un disco claramente recortado…

          el objeto más brillante de la tablilla, efectivamente, pero no

          tanto que no pudieses mirarlo. Si lo ampliabas y reducías


          el brillo, distinguías las manchas solares. La verdad es que

          no  sabía  si  su  número  era  excepcional.  Tampoco  Jesry.


          Bloqueando el disco solar y observando el espacio que lo

          rodeaba,  podíamos  buscar  erupciones  solares,  pero  no

          veíamos nada raro. No es que fuésemos expertos en esas


          cosas.  Nunca  antes  habíamos  prestado  demasiada

          atención al Sol, que considerábamos una odiosa estrella


          caprichosa  que  interfería  con  nuestras  observaciones  de

          otras estrellas.

            Después  de  desilusionarnos  y  convencernos  de  que  la


          hipótesis sobre Sammann y las gafas era errónea, y de que

          habíamos  malgastado  toda  la  tarde,  intentamos  irnos  y

          descubrimos que la puerta de las escaleras estaba cerrada.


          Había alguien más en el edificio; no era seguro salir.

            Esperamos media hora. Quizás Arsibalt hubiese cerrado

          la  puerta  por  error.  Me  acerqué  y  pegué  la  oreja.  Allá


          arriba mantenía una conversación con alguien, y cuanto



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