Page 552 - Anatema - Neal Stephenson
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imagen  algún  tipo  de  proceso  sintáctico  para  reducir  el


          difuminado y que se apreciaran detalles que de otra forma

          se hubiesen perdido.

            Era  un  icosaedro  regular:  veinte  caras  en  forma  de


          triángulo equilátero. Eso ya lo había visto la primera vez

          que  Sammann  me  la  había  enseñado.  Y  ahí  radicaba  el

          problema, porque tal forma podía ser natural o artificial.


          A los geómetras les encantan los icosaedros, pero también

          a  la  naturaleza;  virus,  esporas  y  pólenes  adoptan  esa

          forma. Por lo que quizás era una forma de vida adaptada


          al espacio o un cristal gigantesco que hubiese crecido en

          una nube de polvo.


            —No puede estar presurizada —dije.

            —¿Porque todas las superficies son planas? —dijo Cord.

          Fue más una afirmación que una pregunta. Trabajaba con


          gases comprimidos y sabía bien que cualquier envase a

          presión  debe  ser  redondo:  un  cilindro,  una  esfera,  un


          toroide.

            —Seguid mirando —nos aconsejó Sammann.

            —Las esquinas —dijo Cord—, los… ¿cómo los llamáis?


            —Vértices  —dije.  Las  veinte  caras  triangulares  se

          encontraban  en  doce  vértices;  cada  vértice  unía  cinco

          triángulos.  Parecían  un  poco  abultados.  Al  principio  lo


          atribuí al difuminado. Pero mirando con más atención me

          convencí de que cada vértice era una pequeña esfera. Lo

          que  me  llevó  a  fijarme  en  los  bordes.  Los  doce  vértices







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