Page 615 - Anatema - Neal Stephenson
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Sacamos  esa  impresión  en  pocos  segundos,  antes  de


          comprender  que  habíamos  entrado  sin  permiso  en  el

          hogar de alguien. Luego nos sentimos estúpidos porque

          era  un  error  muy  propio  de  avotos.  Retrocedimos  tan


          rápido que casi tropezamos el uno con el otro.

            El  patio  estaba  formado  por  una  losa  lisa  de  piedra

          sintética.  Considerando  que  Estemard  era  un  enlosador


          tan  ferviente,  parecía  raro  que  no  lo  hubiese  mejorado.

          Pero vimos que había una escalera que subía a una cornisa

          donde había construido un horno de ladrillo. Dispersos a


          su alrededor estaban los restos de muchos años de trabajo:

          arcilla,  moldes,  losa  vidriada  y  miles  de  losetas  y


          fragmentos de loseta con el mismo repertorio de formas

          geométricas simples que decoraban la Nueva Lavandería

          de Sante Edhar. Estemard todavía no había enlosado el


          patio  porque  todavía  no  había  encontrado  la

          configuración  perfecta  de  losetas.  No  había  resuelto  el


          Teglón.

            —¿Locura  manifiesta?  —le  pregunté  a  Lio—.  ¿O  va

          camino de resolverlo?


            Criscan  llegó  por  otro  camino.  Al  encontrarnos,

          mencionó  que  había  dado  con  otra  construcción  más

          pequeña.  Le  seguimos  recorriendo  la  parte  sur  del


          complejo.

            Instantáneamente  supimos  lo  que  era.  Tenía  todas  las

          características  de  un  cenobio  mínimo.  Estaba  en  una


          esquina.  Sólo  se  podía  llegar  a  él  siguiendo  un  camino



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