Page 210 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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sabía que había hecho reír a una persona que llevaba siete
años de melancolía. Un gigantesco anfibio llegó del sur y
aterrizó en el lago. Del avión emergió una lancha de
desembarco que navegó hasta la orilla. Su parte delantera
descendió para convertirse en una pasarela y del interior
surgió un vehículo militar de mando del siglo veinte. Las
maravillas se seguían a las maravillas ante los satisfechos
espectadores, pues el vehículo llegó hasta unos veinte
metros del centro del campo y entonces se detuvo.
—¿Qué es lo que vendrá ahora? ¿Una bicicleta?
—No, patines de ruedas.
—Saldrá en un palo saltarín.
Fourmyle superó sus más locas especulaciones. Del
vehículo de mando surgió la boca de un cañón de circo. Se
oyó el bang de una explosión de pólvora negra y Fourmyle
de Ceres fue disparado desde el cañón en un grácil arco que
le llevó hasta la misma puerta de su tienda, en donde fue
recogido en una lona sostenida por cuatro sirvientes. El
aplauso que lo saludó pudo ser oído a diez kilómetros de
distancia. Fourmyle se subió a los hombros de los sirvientes
e hizo una señal pidiendo silencio.
—Amigos, romanos, ciudadanos —comenzó a decir muy
serio Fourmyle—. Prestadme vuestra atención;
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