Page 9 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Sin embargo, me agradaba el aspecto de estos hombres
y creo que todos simpatizaban conmigo, pues aceptaban
mis consejos y tratamientos profesionales sin protestas; en
realidad, antes de que hubieran transcurrido tres de
nuestros meses en viaje, un buen número de ellos venía a mí
voluntariamente, entre un reconocimiento obligatorio y
otro.
Pero nunca tuve la sensación de haber intimado, ni
siquiera con alguno de los oficiales, con quienes compartía
todo mi tiempo libre en la nave, fuera de las horas que
pasaba en mi cabina de seis pies por ocho, que más parecía
una jaula.
Si ellos experimentaban los mismos sentimientos hacia
mí, lo ignoro. Me inclino a creer que sí, y que la razón de
que existiera esa barrera definitiva entre nosotros, cual hoja
de invisible e impalpable material plástico, era que tanto
ellos como yo sabíamos que pertenecíamos a clases
distintas.
II
Es difícil que olvide aquel desayuno, el número
trescientos cincuenta y seis del viaje.
Sabía que era ese número, porque lo había calculado
con mi calendario casero, mientras me afeitaba. Durante mi
segunda taza de café, hice notar el hecho, diciendo:
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