Page 10 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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—El cocinero y el personal de servicio deberían recibir
una medalla por esto. Trescientos cincuenta y seis
desayunos y jamás un motivo de queja.
Empleé un tono muy sugestivo y como al acaso, porque
buscaba informarme y muy al comienzo del viaje había
comprobado que uno de los más severos “tabús” del
tránsito espacial es aquel que suprime la natural pregunta:
¿cuándo llegaremos?
Pero la manifestación no resultó lo suficiente casual. Por
lo menos, para Jerry Farman. Me miró con su amplia sonrisa
y luego guiñó un ojo a Adams.
—¡Ojo, jefe! Está tratando de sonsacarle algo —dijo.
Adams me miró. Como de costumbre, su expresión no
lo traicionó.
—Usted debió ensayar esa triquiñuela con Lonny
Quinn, doctor. Es más fácil hacerlo caer —me dijo.
—No sé de qué están hablando —me reí para mostrar
que sabía aceptar la broma—. Y, por otra parte, Quinn está
de guardia.
—Y yo —dijo Adams, levantándose de la mesa— voy a
relevarlo. —Se dirigió a la puerta, pero, mientras la abría me
miró por sobre el hombro—. No obstante —continuó—
vamos a ver qué opina usted del desayuno trescientos
sesenta.
La puerta se cerró tras él. No había habido ninguna
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