Page 421 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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                                     DIATRYMA GIGANTICA




                  Me  encontré  de  espaldas,  mirando  el  árbol


                  que  había  atravesado  el  coche  del  tiempo.


                  Oía cerca la respiración de Nebogipfel, pero

                  no podía verle.


                  El  árbol,  congelado  ahora  en  el  tiempo,  se


                  elevaba para unirse a sus compañeros en un

                  dosel arbóreo grueso y uniforme sobre noso‐


                  tros, y los retoños y plántulas brotaban de la


                  tierra alrededor de su base y a través de los


                  fragmentos del coche. El calor era intenso, el

                  aire húmedo y pesado para mis pulmones, y


                  el mundo a mi alrededor estaba lleno de los


                  ruidos,  vibraciones  y  suspiros  de  la  jungla,

                  todo sobre un retumbar profundo y rico que


                  me hizo sospechar la presencia cercana de un


                  gran  cuerpo  de  agua:  ya  fuese  un  río  —


                  alguna versión primitiva del Támesis— o un

                  mar.


                  ¡Era más parecido al trópico que a Inglaterra!


                  Mientras  estaba  allí  tendido  y  mirando,  un

                  animal  bajó  gateando  por  el  tronco  hacia


                  nosotros. Era parecido a una ardilla, de unas


                  diez  pulgadas  de  largo,  pero  tenía  la  piel


                  ancha y suelta, y colgada de su cuerpo como

                  una capa. Llevaba fruta en las mandíbulas. A


                  diez pies del suelo la criatura nos vio; inclinó



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