Page 418 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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todo  el  derecho  a  tenerlo!  Creí  apreciar  un


                  movimiento  en  el  suelo  del  coche,  un


                  abultamiento bajo el banco de Nebogipfel.

                  —¿Qué hacemos?


                  Movió la cabeza.


                  —Tenemos que esperar a lo que suceda. No


                  estamos en una situación controlada...

                  El aleteo de días y noches se redujo más aún,


                  hasta  que  se  convirtió  en  un  pulso  fijo  a


                  nuestro alrededor, como el latido de un cora‐

                  zón. El suelo crujió, y vi aparecer marcas en


                  el acero...


                  ¡De pronto lo entendí!


                  Grité:

                  —¡Cuidado!  —Me  levanté,  me  eché  hacia


                  delante  y  agarré  a  Nebogipfel  por  los


                  hombros. No se resistió. Lo levanté como si

                  fuese un niño enclenque y peludo, y caímos


                  hacia atrás ...


                  ... y un árbol apareció en el aire frente a mí,


                  rasgando el metal del coche como si fuese de

                  papel.  Una  rama  inmensa  se  disparó  hacia


                  los controles como el brazo de un hombre de


                  madera  enorme  y  decidido,  y  destrozó  el

                  panel frontal.


                  ¡Estaba  claro  que  llegábamos  a  un  espacio


                  ocupado  por  aquel  árbol  en  aquella  remota


                  era!

                  Caí hacia atrás sobre un banco, sosteniendo a


                  Nebogipfel.  El  árbol  se  encogió  un  poco  al



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