Page 451 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Con la lluvia golpeándome en la cabeza, rugí


                  para protestar; pero, derrotado, fui a buscar


                  el  cacharro  de  Nebogipfel.  Retiré  muchas

                  palmas  de  él,  pero  encontré  la  estructura


                  hundida en el barro, todo enredado con telas,


                  tazas  y  los  restos  de  nuestros  intentos  de


                  mobiliario.  Agarré  la  estructura  e  intenté

                  sacarla  del  barro  por  medio  de  la  fuerza


                  bruta, pero sólo conseguí doblarla y romper


                  una de las esquinas.

                  Me  enderecé  y  miré  a  mi  alrededor.  El


                  refugio  estaba  completamente  derruido.  El


                  agua ya corría desde el bosque hasta la arena


                  y  el  océano.  Incluso  nuestro  amigable

                  torrente  de  agua  limpia  se  ensanchaba  y  se


                  hacía  más  furibundo,  y  amenazaba  con


                  salirse del cauce y arrastrarnos.

                  Abandoné el coche del tiempo y volví donde


                  estaba Nebogipfel.


                  —No  hay  nada  que  hacer  —le  grité—.


                  Tenemos que salir de aquí.

                  —Pero el vehículo...


                  —¡Tenemos que irnos! ¿No lo entiendes? ¡A


                  este paso acabaremos en el mar!

                  Luchó por ponerse en pie; mechones de pelo


                  le  colgaban  como  ropa  sucia.  Intenté


                  sostenerlo, pero trató de evitarme; si hubiese


                  estado  perfectamente,  quizá  lo  habría

                  logrado, pero su pierna dañada se lo impidió


                  y lo atrapé.



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