Page 454 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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bebé  de  Diatryma,  picando  con  torpeza  los


                  escombros.


                  —¡Eh! —grité y corrí golpeándome la cabeza

                  con  las  manos.  La  bestia  huyó  agitando  la


                  carne amarilla de las patas.


                  Busqué  por  entre  los  restos.  Habíamos


                  perdido  la  mayoría  de  nuestras  posesiones,

                  arrastradas  por  la  lluvia.  El  refugio  había


                  sido  algo  mediocre  y  lo  poco  que  teníamos


                  eran  fragmentos  improvisados,  pero  había

                  sido nuestro hogar y me sentí violado.


                  —¿Qué  hay  del  aparato?  —me  preguntó


                  Nebogipfel,  girando  su  cara  vendada  de  un


                  lado a otro—. El coche del tiempo, ¿qué hay

                  de él?


                  Después  de  excavar  un  poco,  encontré


                  algunos  pocos  soportes,  tubos  y  placas,

                  trozos de metal ahora incluso más doblados


                  y destrozados que antes; pero la mayor parte


                  del  coche  había  acabado  en  el  mar.


                  Nebogipfel  tocó  los  fragmentos  con  los

                  dedos.


                  —Bien  —dijo—,  bien,  tendrá  que  ser


                  suficiente.

                  Y  se  sentó  en  la  arena  para  buscar  a  ciegas


                  trozos  de  tela  y  lianas,  y  comenzó  una  vez


                  más la paciente construcción de un vehículo


                  del tiempo.








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