Page 453 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 453
tuve que soportar una lámina de agua que
corría por el tronco, mi espalda y hombros.
Al llegar la aurora, el bosque se iluminó con
una belleza feérica. Mirando las copas, vi que
la lluvia caía por las hojas y se deslizaba
tronco abajo hasta el suelo; no soy botánico
pero estaba claro que el bosque era como una
gigantesca máquina diseñada para sobrevivir
a la depredación de una tormenta como
aquélla mucho mejor que las torpes
edificaciones de los hombres.
Al aumentar la luz me arranqué un trozo de
tela del pantalón —no tenía camisa— y la até
sobre la cabeza de Nebogipfel, para proteger
sus ojos desnudos. Ni se movió.
La lluvia cesó a mediodía, y consideré que
era seguro descender. Llevé a Nebogipfel
hasta el suelo, y pudo caminar, pero me vi
obligado a guiarle de la mano, ya que estaba
ciego sin las gafas.
El día más allá de la jungla era brillante y
fresco; había una agradable brisa en el mar, y
nubes ligeras navegaban por un cielo casi in‐
glés. Era como si el mundo hubiese renacido,
y ya no quedase nada de la opresión de ayer.
Vacilé al acercarme a los restos del refugio.
Vi fragmentos —trozos de la estructura
destrozada y trozos de cáscara—todo medio
enterrado en la arena. En medio había un
453

