Page 460 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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no lo hubiese matado. ¡Quizás he destruido
una vez más mi propio pasado!
—Ni tú ni yo podemos evitar interaccionar
con la historia —dijo Nebogipfel—. Cada vez
que respiramos, cada árbol que cortas, cada
animal que matas, crea un mundo nuevo en
la multiplicidad de mundos. Eso es todo. No
se puede evitar.
Después de eso, no pude tocar la carne de la
pobre criatura. La llevé al bosque y la
enterré.
Un día decidí seguir el arroyo de agua hasta
su fuente, en el interior.
Salí al amanecer. Lejos de la costa el olor a sal
y ozono desapareció, para ser remplazado
por el húmedo y cálido del bosque de dip‐
terocarpos, y por el perfume poderoso de las
flores. El camino era difícil por la espesa
vegetación del suelo. Había aún más
humedad, y mi gorra de fibra de fruto de
palmera pronto se mojó del todo; los sonidos
a mi alrededor, el roce de la vegetación y los
interminables trinos y crujidos del bosque, se
hicieron más intensos en el aire pesado.
A mediodía había recorrido dos o tres millas,
y había llegado hasta Brentford. Allí
encontré un lago ancho y poco profundo, del
que salía nuestro arroyo y otros, y al lago lo
alimentaba otra serie de arroyos y ríos. Los
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