Page 480 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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miento apresurado para ser científicos
aficionados: climatólogos, ornitólogos y así.
Los muchachos realizaban un estudio rápido
pero efectivo de la flora, fauna, clima y
geología del periodo, y la mayor parte del
diario de Gibson lo empleaba en resumir
esas observaciones. Vi que los soldados,
todos hombres y mujeres comunes, habían
aceptado la tarea con buen humor y sonrisas,
como lo hace ese tipo de gente y —me
parecía claro— demostraban un saludable
interés por la naturaleza del extraño valle del
Támesis del Paleoceno que nos rodeaba.
Pero centinelas nocturnos patrullaban el
perímetro del campamento, y soldados con
prismáticos pasaban el día mirando el aire y
el mar. Cuando se ocupaban de esas
actividades, los soldados no demostraban el
humor y la curiosidad amable que
caracterizaba sus actividades científicas: en
su lugar, el temor y la determinación eran
evidentes en los rostros y en las líneas de los
ojos.
Después de todo, aquella fuerza estaba allí
no para estudiar las flores, sino para buscar
alemanes: enemigos humanos que viajaban en
el tiempo, en medio de las maravillas del
pasado.
Orgulloso como estaba de mis logros para
sobrevivir en aquella época extraña,
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